Publicado el Deja un comentario

El león de Gripsholm

El león de Gripsholm

Hoy venimos a hablaros del león de Gripsholm, uno de nuestros primos lejanos. Ya sabéis que en la tribu somos muy fans de todo tipo de leones. Nos encantan al natural, esculpidos, pintados, tallados… Vaya, que vemos un león y se nos cae la baba, como es lógico.

Cabeza del león de Gripsholm

Pero hay un león que nos fascina mucho. En un alarde de originalidad, se le llamó Leo. El nombre no es muy original, pero nuestro primo sí lo es. Esta es la historia de Leo:

Leo vive en Suecia, bueno allí está de cuerpo presente, pero ya no vive y, aunque en el comienzo de su historia hay piratas, conquistas y hasta el mítico Barbarroja, nos lo vamos a saltar para ir directos a 1731 cuando un gobernador de Argel se presentó ante el rey de Suecia, Federico I, con un paquete de regalos que hoy nos parecería escandaloso.

La caja era enorme y al quitar el lacito al regalo y desenvolverlo, de su interior saltaron dos Leones de Berbería, tres hienas y un gato salvaje, y, lo que es más salvaje de todo, un esclavo liberado que era el encargado de cuidarlos (no sabemos cómo se puede regalar un esclavo liberado, de liberado tendría poco).

El caso es que el rey Federico I regaló uno de estos leones a Jorge II (Frederick, ¿nadie te ha dicho que está muy feo eso de regalar a otros los regalos que te han hecho a ti?). Este león regalado era nuestro primo Leo. Jorge II no sabría para qué servía un león vivo y lo tuvo encerrado en una jaula día tras día, con lo bien que estaba el pobre Leo viviendo en Berbería corriendo tras la gacelas…  Leo murió, imaginamos que de aburrimiento o porque al no encontrar sentido a una vida entre rejas poco a poco se dejó apagar.

Jorge II se debió acostumbrar a tener un león decorando el salón de su casa, aunque fuese dentro de una jaula, porque al morir Leo entregaron su cadáver a un taxidermista para que lo rellenara de virutas de madera y poder seguir disfrutando de la majestuosidad del rey de la selva como si éste siguiera vivo. 

El caso es que en el siglo XVIII no era muy común ver leones, tampoco se había inventado todavía la fotografía y el pobre taxidermista no tenía referencias de grandes felinos, salvo algún escudo heráldico o en la ilustración de algún libro.

Cuando a Jorge II le llegó el león disecado sus ojos se abrieron como platos al verlo, «Pe pero… ¿esto qué es?» farfulló. No daba crédito, en nada se asemejaba a aquel León que hasta hace unos días se movía en círculos dentro de su jaula. Lo que le habían traído en su era un perrito con cara de tonto dando la patita.

Desconocemos qué hizo Jorge II con Leo, tampoco sabemos si pagó al taxidermista. Sí sabemos que Leo, el león de Gripsholm, ahora se exhibe en el castillo de Gripsholm de Suecia, la antigua residencia real y hoy museo.

Como trabajo de taxidermia no será muy bueno, pero a nosotros nos encanta, ¡incluso apostamos una caja de acuarelas a que el disecador se inspiró en nosotros! 😄

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *