Descripción
Había una vez un León que vivía en un precioso palacio del color de la sangre. Un día, aburrido de pasar los días dormitando al borde la alberca, salió a dar un paseo.
Anduvo más allá de la muralla que delimitaba su ciudad. Anduvo más allá de los reinos de los leones que moran en recios castillos. Anduvo más allá de las altas montañas y los ríos caudalosos.
Anduvo, anduvo y anduvo y llegó a parar a un lugar exótico, habitado por serpientes y monos.
El León, exhausto de tanto caminar, se detuvo un momento a descansar. Dormitó unos minutos y al abrir sus somnolientos ojos, creyó seguir soñando cuando vio entre los matorrales a una preciosa tigresa observándolo de entre las sombras.
El resto de la historia la podéis imaginar, más aún ahora que conocéis a nuestro hermano, el León 63, al que todos llamamos Ligre.
