Descripción
Una tarde de otoño, el León 72 salía del Triunfo en dirección al Realejo. En su camino por Gran Vía, las hojas de los gingkos caían desde los árboles, impulsadas por el viento, y se posaban sobre su cuerpo.
Al parar en el paso de peatones para cruzar Reyes Católicos, el León 72 se sacudió con fuerza intentando deshacerse de las hojas, pero no sirvió de nada porque todas las hojas ya se habían quedado pegadas a su piel.